No sé que contarte de mi.
Así que voy a contarte cosas random que pueden no interesarte -o sí-.
Cuando paso varios días sin coger la cámara me entra ansiedad.
Soy muy activa mentalmente y me cuesta parar.
Mi mayor terapia para todo es la música -un plus si es en directo-.
'Rendirse' es una palabra que no venía en mi diccionario.
Aprendo más de la gente con la que trabajo que ellos de mi.
Me despierto siempre a la misma hora sin alarma.
Tengo un proyecto que se llama "Las fotos no importan" donde enseño a otros a hacer fotos.
Soñé toda la vida con ser fotógrafa pero nunca me atreví. Hasta que me atreví.
Y ahora que ya me he soltado quiero
contarte algo más íntimo, tal vez te remueva.
Sin ser madre, serlo.






Solo hay dos razones por las que una mujer no es madre. No quieres o no puedes. Cuando me preguntan suelo responder siempre lo mismo.
Quise ser madre.
Pero la vida me lo puso difícil. Imposible más bien.
Tengo una anomalía genética que un día me hizo decir 'hasta aquí'. Mi ex y yo no queríamos hipotecar nuestra y felicidad en ello. Supimos ver lo maravilloso de la vida sin ser padres.
Tiempo después de divorciarme, mi siguiente pareja me dijo un día 'no tenemos nada que perder'. Convencida de que no llegaría, me dejé llevar.
ZAS.
Positivo.
A la primera.
Vi el test y me senté en el suelo a llorar.
Toda la familia se enteró en pocas horas. La suya, la mía. Toda. Era diciembre, casi Navidad.
Aquel año nuevo no lo olvidaré nunca. Empecé el año retorcida por el dolor de un aborto.
Me levanté rápido de aquel palo. Estaba tan convencida de que no me quedaría embarazada que lo perdí casi sin llegar a asimilar que realmente había pasado.
Y claro, algo así te hace volver a esperanzarte, pero con miedo. Ese año mi ritmo de vida no me permitía pensar en mucho más que en trabajar. Y casi un año después volvió a pasar.
La vida juega gracioso.
Venían dos. Aguantaron más y se fueron juntos.
Me enfadé con la vida.
Y en ese punto decidí que ya no más. Me costó, pero perdoné. Hasta agradezco todo aquello porque es parte de quien soy ahora.
No hay dolor, ni tristeza ni pena. Tengo mucho que no habría podido tener y que me llena por completo.
Y encontré la manera de reconciliarme.
La manera de, sin ser madre, sentirlo.
Y vivirlo con cada familia que me abre sus brazos.
